sábado, 10 de octubre de 2009

Nobel al crédito y Cebra.

La inventiva y creatividad que posee el ser humano no deja de asombrarnos. Su facilidad para crear situaciones o acomodar a su gusto episodios de su existencia terrenal nos garantiza, por muchos siglos más, la presencia del hombre sobre la tierra, y no me estoy refiriendo a los avances tecnológicos, pues es un tema previsible.
Lo que quiero comentar es la decisión tomada por el Comité Nobel al otorgarle el Premio Nobel de la Paz a Barack Obama y no precisamente por sus logros sino por lo que va a hacer en el futuro. La Academia Nobel se ha convertido en una especie de financiera que no presta dinero, más bien otorga confianza, optimismo y credibilidad todo al crédito. ¿Qué pensaría Ud., amigo lector, si alguien se le acerca ofreciéndole en venta una docena de huevos al precio de 12 gallinas gordas?. Ud. pensaría que le están tomando el pelo o es víctima de una broma.
Con este precedente cualquier alumno de primer año de universidad podría exigir su diploma de graduación por anticipado a condición de prometer esforzarse para culminar sus estudios.
Sarcasmos aparte, la verdad es que es insólito que se le otorgue el ahora devaluado galardón a un hombre cuyo único mérito es ser Presidente de Estados Unidos, en cambio tiene el demérito de mantener tropas en Irak y Afganistán y no precisamente construyendo la paz.

Y ahora comentaremos una noticia que viene desde la región de Gaza en Palestina y que he recogido del Diario El Comercio, de Perú, y da cuenta de una situación pintoresca ocurrida en el zoológico de esa ciudad. El administrador del zoológico local, al tener dificultades económicas y logísticas para reemplazar ejemplares muertos durante el bombardeo israelí a Palestina, no tuvo mejor idea que pintar a unos burros convirtiéndolos en cebras. Tal parece que los resultados fueron más o menos óptimos pues el público puede observar a las "cebras" en acción, aunque sean falsas.
Esta noticia me trae a colación un hecho que sucede periódicamente en la política peruana. En efecto, los partidos políticos peruanos, ante la escasez de gente decente entre sus filas, disfraza a pillos de siete suelas como si fueran ciudadanos honrados y los coloca en nuestro pobre congreso.
A diferencia de los ejemplares que se encuentran en el zoológico palestino, los que están en el parlamento peruano continuamente rebuznan.
Alpha-Alberto

El escándalo de cada día.

Las noticias que más resaltan en los diferentes medios, aparte de asesinatos y delitos protagonizados por la delincuencia común, son lamentablemente, los que tienen como actores a los congresistas de la República. Los vergonzosos hechos que se producen debido a las pillerías y trapacerías de algunos de estos señores, han colmado la paciencia de la opinión pública, y según muchas encuestas éstas consideran al parlamento peruano como una de las instituciones públicas más ineficientes y corruptas. Muchos congresistas se dedican a velar por sus intereses personales o de grupo, despreocupándose de discutir y aprobar leyes de urgente interés ciudadano.
Las causas que motivan esta inconducta son dos:
1.- El sistema que utilizan los partidos o grupos políticos para confeccionar su lista parlamentaria, da como lógico resultado que accedan a ella muchos personajes de dudosa moral. Por una parte tenemos el remate al mejor postor de los puestos, la designación a dedo de los amigos, familiares y compadres de la cúpula dirigencial; por otra parte, virtudes como la solvencia moral y la decencia política no se toman en cuenta en ningún momento del proceso selectivo, y es así que llegan a ser elegidos congresistas, personajes de obscura y sinuosa trayectoria entremezclados con personas decentes y honorables.
Y: 2.- El corto tiempo que hay entre el cierre de la inscripción y la fecha de las elecciones no permite que el elector pueda revisar las listas de los candidatos e identificar a los malos elementos. Es necesario modificar en algunos puntos la ley de elecciones generales, sobre todo, las referidas a los plazos permitidos para la inscripción de los partidos; por ejemplo en el caso de las listas al Congreso, éstas deberían ser inscritas con un año de anticipación a la fecha de las elecciones. De esta manera el votante identificará al corrupto, solicitando al JNE la tacha correspondiente. Esta propuesta no garantiza plenamente que los congresistas luego electos sean todos honorables, pero ayudará en algo a mejorar el prestigio muy venido a menos del parlamento peuano.
Alpha-Alberto.

sábado, 3 de octubre de 2009

Inmigración: Ida y Vuelta (2)

La frialdad e indiferencia con que la sociedad japonesa trata a los nikkei, especialmente latinoamericanos, se debe, desde mi modesto punto de vista, a dos motivos: el primero y más simple es que Japón, gracias a su desarrollo tecnológico y económico, es hoy una sociedad consumista y materialista y muchos japoneses no conocen otro dios que el dinero, o sea, sufren de "dinerolatría". En muchos de ellos la espiritualidad no tiene cabida, valores humanos como el agradecimiento, el amor al prójimo, la solidaridad o el reconocer méritos ajenos no figuran dentro de su programa de actividades rutinarias. Quizás alguien refute mis afirmaciones, pero esa es la sensación que tenemos. Por ejemplo, a raíz de la crisis financiera global se han producido las lógicas y masivas reducciones de personal, pero los primeros despedidos fueron los extranjeros, muchos de ellos con 15 o 20 años de trabajo en la misma fábrica ( "haken saki"), pero la singularidad en todos los despidos es que quien comunica al trabajador esta mala noticia no son sus jefes o líderes con quienes han compartido años de labores, más bien estos señores no dan la cara, se ocultan y derivan en terceros asumir esta triste función (con honrosas excepciones); y estando así la situación resulta que ni se despiden del trabajador ni le agradecen los servicios prestados a lo largo de todos esos años. Personalmente noto en este proceder un tufillo despectivo.
El segundo motivo a considerar tiene que ver con hechos históricos, los cuales la población japonesa, en su gran mayoría, desconoce. El japonés común y corriente, el obrero, empleado o ama de casa, aparentemente no tiene la más remota idea de las causas que propiciaron la inmigración japonesa al exterior hace más de un siglo, posiblemente piensen que el éxodo de ciudadanos japoneses se debió a un capricho o que fue una decisión tomada alegremente. El porqué de la inmigración, las causas que forzaron a nuestros ancestros a abandonar su país de origen, los nikkei lo hemos escuchado tantas veces de nuestros padres y abuelos. En efecto, la situación económica y social en que se encontraba el pueblo japonés era dramática, había escasez de alimentos, malnutrición, falta de trabajo etc., y por otra parte, los gobernantes y líderes militares estaban enfrascados en proyectos imperialistas y aventuras bélicas que desangraban al país. Fue en este escenario en que se impulsaron los programas migratorios; para esto el gobierno japonés firmó tratados y acuerdos con diversos países de América como Perú, Brasil y Argentina.
Una vez establecidos en los países de destino, estos valerosos pioneros dedicaron todo su esfuerzo y energía a trabajar de sol a sol, ahorrando cada centavo, muchos, periódicamente remesaban a sus parientes que habían quedado allende los mares. Estas remesas, similares a las que actualmente los nikkei enviamos a nuestras familias, constituyeron durante decenas de años una inyección importante de dinero que aliviaba la maltrecha economía japonesa de esa época. Para decirlo en forma clara y franca: los gobernantes y el pueblo japonés en ese entonces recibieron un apoyo importante de miles de dekasegi que vivían y trabajaban en diversas partes del mundo.
Para concluir esta segunda entrega sobre el proceso migratorio de japoneses al exterior, deseo hacer la siguiente reflexión: los migrantes y sus descendientes, o sea los nikkei, apoyaron y contribuyeron al sostenimiento de Japón, antes, durante y después de la segunda guerra mundial de muy diversas formas, y esto a pesar de los saqueos, ataques y abusos de los que fueron víctimas en algunos países, esforzándose en dividir el poco dinero que poseían y distribuirlo entre su propia familia y los parientes que habían dejado en su lejano Japón.
Esta reflexión no puede terminar sin antes incidir en el hecho de que nuestros padres y abuelos, tan japoneses como los que quedaron en estas tierras, también sufrieron las consecuencias de esa maldita guerra que sacrificó millones de vidas. Nosotros al igual que Uds., perdimos familiares en esa guerra, perdimos parientes cuando Estados Unidos cometió la atrocidad de explotar las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, y también cuando las tropas norteamericanas en un acto de genocidio, sacrificaron la vida de miles de civiles durante la batalla de Okinawa.
Más que una reflexión personal, pienso que es la expresión del pensamiento de muchos nikkei, sean estos argentinos, brasileños, bolivianos, peruanos, etc. (continuará......).
Hiroyuki