sábado, 3 de octubre de 2009

Inmigración: Ida y Vuelta (2)

La frialdad e indiferencia con que la sociedad japonesa trata a los nikkei, especialmente latinoamericanos, se debe, desde mi modesto punto de vista, a dos motivos: el primero y más simple es que Japón, gracias a su desarrollo tecnológico y económico, es hoy una sociedad consumista y materialista y muchos japoneses no conocen otro dios que el dinero, o sea, sufren de "dinerolatría". En muchos de ellos la espiritualidad no tiene cabida, valores humanos como el agradecimiento, el amor al prójimo, la solidaridad o el reconocer méritos ajenos no figuran dentro de su programa de actividades rutinarias. Quizás alguien refute mis afirmaciones, pero esa es la sensación que tenemos. Por ejemplo, a raíz de la crisis financiera global se han producido las lógicas y masivas reducciones de personal, pero los primeros despedidos fueron los extranjeros, muchos de ellos con 15 o 20 años de trabajo en la misma fábrica ( "haken saki"), pero la singularidad en todos los despidos es que quien comunica al trabajador esta mala noticia no son sus jefes o líderes con quienes han compartido años de labores, más bien estos señores no dan la cara, se ocultan y derivan en terceros asumir esta triste función (con honrosas excepciones); y estando así la situación resulta que ni se despiden del trabajador ni le agradecen los servicios prestados a lo largo de todos esos años. Personalmente noto en este proceder un tufillo despectivo.
El segundo motivo a considerar tiene que ver con hechos históricos, los cuales la población japonesa, en su gran mayoría, desconoce. El japonés común y corriente, el obrero, empleado o ama de casa, aparentemente no tiene la más remota idea de las causas que propiciaron la inmigración japonesa al exterior hace más de un siglo, posiblemente piensen que el éxodo de ciudadanos japoneses se debió a un capricho o que fue una decisión tomada alegremente. El porqué de la inmigración, las causas que forzaron a nuestros ancestros a abandonar su país de origen, los nikkei lo hemos escuchado tantas veces de nuestros padres y abuelos. En efecto, la situación económica y social en que se encontraba el pueblo japonés era dramática, había escasez de alimentos, malnutrición, falta de trabajo etc., y por otra parte, los gobernantes y líderes militares estaban enfrascados en proyectos imperialistas y aventuras bélicas que desangraban al país. Fue en este escenario en que se impulsaron los programas migratorios; para esto el gobierno japonés firmó tratados y acuerdos con diversos países de América como Perú, Brasil y Argentina.
Una vez establecidos en los países de destino, estos valerosos pioneros dedicaron todo su esfuerzo y energía a trabajar de sol a sol, ahorrando cada centavo, muchos, periódicamente remesaban a sus parientes que habían quedado allende los mares. Estas remesas, similares a las que actualmente los nikkei enviamos a nuestras familias, constituyeron durante decenas de años una inyección importante de dinero que aliviaba la maltrecha economía japonesa de esa época. Para decirlo en forma clara y franca: los gobernantes y el pueblo japonés en ese entonces recibieron un apoyo importante de miles de dekasegi que vivían y trabajaban en diversas partes del mundo.
Para concluir esta segunda entrega sobre el proceso migratorio de japoneses al exterior, deseo hacer la siguiente reflexión: los migrantes y sus descendientes, o sea los nikkei, apoyaron y contribuyeron al sostenimiento de Japón, antes, durante y después de la segunda guerra mundial de muy diversas formas, y esto a pesar de los saqueos, ataques y abusos de los que fueron víctimas en algunos países, esforzándose en dividir el poco dinero que poseían y distribuirlo entre su propia familia y los parientes que habían dejado en su lejano Japón.
Esta reflexión no puede terminar sin antes incidir en el hecho de que nuestros padres y abuelos, tan japoneses como los que quedaron en estas tierras, también sufrieron las consecuencias de esa maldita guerra que sacrificó millones de vidas. Nosotros al igual que Uds., perdimos familiares en esa guerra, perdimos parientes cuando Estados Unidos cometió la atrocidad de explotar las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, y también cuando las tropas norteamericanas en un acto de genocidio, sacrificaron la vida de miles de civiles durante la batalla de Okinawa.
Más que una reflexión personal, pienso que es la expresión del pensamiento de muchos nikkei, sean estos argentinos, brasileños, bolivianos, peruanos, etc. (continuará......).
Hiroyuki